jueves, 22 de noviembre de 2012

Historia


Una Navidad en el hospital
 

Todos en casa esperábamos ansiosa la noche buena, después de unos minutos habíamos recibido al Niño Jesús y habíamos pedido muchas bendiciones para nuestro hogar.

Nos habíamos dirigido a la mesa para cenar y en eso sonó el teléfono, mamá contestó la llamada, cuando de repente se quedó callada y soltó un llanto. Papá, mis hermanos y yo la miramos apavoridos y antes de preguntarle, mamá se adelantó y dijo: ¡no puede ser, si ayer ella estaba bien!

Mi abuelita, había fallecido de paro cardíaco y es que esta enfermedad que no te avisa, ni presenta algún síntoma, ella un día antes había estado en casa riéndose, platicando, hasta bailando, había sido su cumpleaños.

Después de la dura noticia, la comida había quedado intacta, nos fuimos al hospital. Cuando llegamos, mamá se desmayó, el dolor la embargaba totalmente. El Dr. nos invitó a pasar a la habitación donde se encontraba mi abuelita, yo la vi, estaba completamente fría y pálida, besé su frente. Luego la llevaron al velatorio, allí estaba reunida toda mi familia.

Después decidí dar una vuelta por el hospital, pues   quería olvidarme por un momento de lo que estaba pasando y mientras caminaba escuché entre los pasillos el grito de un bebé, al acercarme vi cuando la mamá lo sostenía sobre sus brazos acariciándolo, era un ambiente donde se respiraba felicidad.

Cuando di un alto y entré a la cafetería me puse a meditar, y me di cuenta que en esa noche viví en carne propia dos hechos que vienen a ser antónimos: vida y muerte. Y además donde una persona sabe cuando nace, pero no cuando muere.

 
Abuelita te fuiste un 06 de octubre del 2006, pero para mi siempre estarás en mi corazón.

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