Un regalo por siempre
En Argentina, hace algún tiempo… Esa fecha era una de las
tantas que solía ser importante para Eduardo: el cumpleaños de Mia. Sin embargo,
sería la primera vez que no lo celebrarían juntos. Eduardo había apenas viajado
por motivo de trabajo a los Estados Unidos.
Todos los años solía sorprender a Mia con un ramo de
rosas y por la noche invitarla a cenar. Pero éste día sería el primero que no
estaría a su lado. Pero para Eduardo nada era imposible.
De pronto llamaron a la puerta, y para su sorpresa, Mia
fue quien atendió al señor de las encomiendas, que traía para ella un hermoso ramo de rosas y una
caja con un peluche y u sobre lleno de indicaciones, pero sin remitente. Tan
pronto las recibió no dudó y llamó a Gastón. Él le había dado como respuesta
que era imposible de que él le haya enviado y que estaba muy ocupado,
cortándole la llamada. Ella quedó muy sorprendida tras el comportamiento de su
novio y se puso a llorar.
Cuando sacó el inmenso oso de peluche de la caja,
encontró entre sus brazos un sobre con varias indicaciones, ella lo leyó
detenidamente y acató cuidadosamente las instrucciones, pues pensó que se
trataba de una broma de mal gusto.
El sobre decía que al llegar la noche tendría que ir a
aquel parque, ubicado a unos pocos kilómetros de donde vivía, y que si quería
saber de quién se trataba, por fin encontraría a la persona que había preparado
ese hermoso detalle, pues la admiraba mucho.
Mia, muy confundida había compartido lo que le estaba
pasando, con su mejor amiga Luana. Decidieron dar con el paradero de aquella
persona y seguir las instrucciones de manera cuidadosa, sin que la persona
secreta se diera cuenta. Mia tenía pensado, que se trataba de su padre, pues
era una persona bastante detallista y que no lo veía hace mucho tiempo.
Cuando llegó la noche Mia se vio desanimada y no quiso ir
a aquel parque, ni tampoco saber de quién se trataba, pues estaba triste aún
porque Gastón había sido muy frío con ella. Esa noche Luana estuvo al lado de
Mia, tratándola de consolar. Y de repente tocaron la puerta ¡sorpresa! Gastón
había tomado un avión para aunque sea invitar a cenar a su novia, quien dice
que la ama cada día más y que los detalles, hechos son pruebas de un amor
verdadero.
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