lunes, 1 de octubre de 2012

Historia


Taza  de café                                                              

 

Fue en la cafetería cuando hicimos un alto para tomar un café. Tomás se encontraba muy pensativo, eso pude notar cuando entramos al antiguo cafetín, yo mientras lo observaba, le hacía un sin número de preguntas, tratando de saber cómo estaba, pues hace mucho tiempo no lo veía.

Cuando de repente miró a la ventana y me dijo:

“No hay que ver para creer, sino creer para ver”, en un tono casi alto.

Me quedé totalmente sorprendida y pude comprender que algo le estaba pasando.

Cuando quise hablar, se le fueron cayendo lentamente las lágrimas y con una sonrisa me dijo que, los milagros si existen y en ese momento me abrazó fuertemente.

En realidad me había equivocado, él estaba llorando por algo bueno que le estaba pasando. Un poco más calmado, sacó de su portafolio, un sobre y me lo enseñó. Se trataba de que su esposa al fin hubiera quedado embarazada. Me contó además, que su matrimonio se estaba consumiendo, hasta que ambos recibieron la noticia más esperada por mucho tiempo. Iban a tener un bebé.

También me dijo que en el mismo cafetín había conocido a su esposa y que siempre acudía a este porque ella solía venir siempre, que el olor a café le trae muchos recuerdo bonitos a esas extensas platicas que solían tener y sobre todo esa confianza que le inspiraba. El amor puro que había nacido, como ese olor puro a café, manifestó.

Después de haberlo escuchado, comprendí que no todo ese tiempo que habían vivido juntos  había terminado, sino que era el comienzo de algo nuevo, pues el bebé había traído esperanza para que retomen su vida de pareja. Eran las 10pm, cuando nos retiramos del cafetín.

Pasó cerca de año y medio, cuando llegó a casa una invitación del cumpleaños de Juan Diego, el bebé de aquella pareja. No dudé en ir y asistí.

Cuando llegué pude notar a mi amigo Tomás junto a su esposa, que la felicidad embargaba ese hogar,  en realidad el nacimiento de Dieguito había sido una ayuda para que la pareja resplandeciera.

Pude irme tranquila, al saber que las cosas habían mejorado más de lo que pensé.

Tomás es como si fuera un hermano para mí, siempre me aconseja, me ayuda en lo que puede; lo extraño mucho y siempre nos comunicamos, le he prometido que cuando termine la carrera viajaré al extranjero para visitarlo, a Marisol y mi precioso Dieguito.

Tomás sabe mucho de audiovisuales.

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